Después de dos
días de ausencia obligada (por falta de Wifi), aquí estamos de nuevo. Y digo estamos porque ya está
Julia conmigo.
Desembarqué en
Rosslare sin mayor problema. Os pondré algún vídeo del momento de la salida del
barco, que la verdad es que me gustó bastante.
Cuando
estábamos desanclando la moto, nuevamente estuve hablando con los dos
motoristas que me ayudaron a anclarla cuando embarcamos. Me cuenta que están de
vuelta de un viaje por Francia y que son de Irlanda del Norte, concretamente
New Belfast. Cuando nos toca, nos despedimos y cada uno a lo suyo. Ellos
avanzan en la cola, se los ve con más experiencia y finalmente desaparecen,
aunque no para siempre. Estando en la cola un Irlandes se pone a mi algura con
una BMW R1150GT y me felicita porque dice que tengo una gran moto, le contesto
que estoy muy contento y que él tampoco es que vaya en una bicicleta.
Por fin paso
la aduana y ahora todo es avanzar hacia Dublín. El miedo a las rotondas,
infundado, rápidamente te haces a cogerlas por la izquierda, el verdadero
problema viene cuando tienes que salir de una carretera hacia otra, la primera
vez tuve que pararme para localizar el carril por el que tenía que entrar. En
líneas generales, circular por la izquierda no es tan complicado como lo
pintan.
Según sales
del puerto de Rosslare todo son pastos verdes llenos de ovejas pintadas con
spray y vacas de muchas especies. Cuando tomo el primer desvío, empiezo a
internarme en bosques muy frondosos. Extremadamente frondosos. De hecho, tienen
echa la forma de los camiones cuando pasan y en algún tramo parecen auténticos
túneles.
El tema de la
velocidad es cosa aparte. Aquí las señales que limitan la velocidad en ciertas
carreteras son verdaderos desafíos. Hay carreteras que marcan máximas de 80
Km/h, pero esa velocidad es de locos. Tanta vegetación hace las curvas ciegas
en su totalidad, además el asfalto es bastante rugoso, hay grava suelta y está
húmedo en muchos tramos. Aunque realmente nunca he sentido ningún fallo en la
adherencia, salvo cuando pisé una deposición de caballo ya yendo con Julia.
El depósito
pide de beber y paro a llenarlo, cuando me estoy volviendo a montar veo a las
dos tenderas asomadas a la ventana, apretujadas como si nunca hubieran visto
una matrícula española. Cuando salgo veo una torre muy cuca, me salgo de la
carretera, le hago unas fotos y siento de llamada de la naturaleza, hay que
aprovechar, mientras conduzco hay veces que olvido que mi cuerpo tiene
necesidades. A un kilómetro nada más arrancar, encuentro un buen sitio para
comer y allí que me paro. Me atienden genial y como mejor. Cuando acabo, veo
que el que parece el dueño está aleccionando a la muchacha que me ha servido y
le pregunto que si es su primer día, me responde que sí y entablamos una
conversación acerca de España, finalmente me entero que la cuñada del dueño, es
de Torrevieja. Qué pequeño es el mundo.
Arranco y la
carretera empieza a ponerse chula, curva tras curva, y después se pone fea, más
curvas y más curvas y peor asfalto, hasta que llega el punto de que en España
hay caminos que tienen mejor asfalto que la carretera que llevo. Veo el primer
paisaje idílico, una cascada que baja por una pared
de piedra increíble. Poco más adelante me encuentro en un llano, se nota alto por la temperatura y porque estoy muy rodeado de montañas. Además, estoy seguro de que aquí han grabado muchas escenas del Señor de los Anillos. El sitio entendí al hombre del bar que se llamaba Glendalough Pass. Un sitio precioso y en el que no se ve para nada la mano del hombre en un buen rato.
Comienzo a
bajar y rápidamente entro en una población que nada tiene que ver con lo
anterior, es bastante moderna. Rápidamente entro en la M-50!!!! Si habéis leído
bien, la carretera que bordea Dublín también es la M-50, tan lejos de casa y a
la vez tan cerca. De ahí al aeropuerto son 20 minutos. Espero a Julia
aproximadamente durante una hora y finalmente aparece con la caja donde facturó
su casco y su chaqueta.
Como
curiosidad, Julia, salió de casa tranquilamente dirección al aeropuerto, llegando
allí se dio cuenta de que no había cogido la caja, con lo que le tocó volver a
cruzarse Madrid, recoger el casco y de vuelta al aeropuerto.
Nos vamos a
Dublín ya los dos juntos. Nada más aparcar la moto comienzo a flojear, me
siento mal, pero tenemos que buscar. Preguntamos al encargado del garaje donde
metimos la moto y nos dice que a dos calles tenemos muchos B&B. Allí que
nos vamos a preguntar, todos tienen el cartel de lleno. Nos enteramos que ha
habido dos partidos de futbol y que por un par de días estará todo completo,
preguntamos en todos y cada uno de los alojamientos y cuando finalmente cuando
estamos a punto de desistir decido entrar a uno, el último me digo y así fue.
Nos ofrecen una habitación, aunque nos dicen que es muy pequeña, pero para
nosotros un palacio.
Cada vez me
encuentro peor, aunque decidimos salir a dar un paseo y vemos la zona de
Templebar y rápido nos volvemos. Me encuentro tan mal que ni siquiera ceno, me
meto a la cama después de una ducha. Me quedo dormido en pocos minutos, aunque
la noche será larga.
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