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lunes, 9 de septiembre de 2013

Trayecto increíble entre Rosslare y Dublín

Después de dos días de ausencia obligada (por falta de Wifi), aquí estamos de nuevo. Y digo estamos porque ya está Julia conmigo.

Desembarqué en Rosslare sin mayor problema. Os pondré algún vídeo del momento de la salida del barco, que la verdad es que me gustó bastante.




Cuando estábamos desanclando la moto, nuevamente estuve hablando con los dos motoristas que me ayudaron a anclarla cuando embarcamos. Me cuenta que están de vuelta de un viaje por Francia y que son de Irlanda del Norte, concretamente New Belfast. Cuando nos toca, nos despedimos y cada uno a lo suyo. Ellos avanzan en la cola, se los ve con más experiencia y finalmente desaparecen, aunque no para siempre. Estando en la cola un Irlandes se pone a mi algura con una BMW R1150GT y me felicita porque dice que tengo una gran moto, le contesto que estoy muy contento y que él tampoco es que vaya en una bicicleta.

Por fin paso la aduana y ahora todo es avanzar hacia Dublín. El miedo a las rotondas, infundado, rápidamente te haces a cogerlas por la izquierda, el verdadero problema viene cuando tienes que salir de una carretera hacia otra, la primera vez tuve que pararme para localizar el carril por el que tenía que entrar. En líneas generales, circular por la izquierda no es tan complicado como lo pintan.

Según sales del puerto de Rosslare todo son pastos verdes llenos de ovejas pintadas con spray y vacas de muchas especies. Cuando tomo el primer desvío, empiezo a internarme en bosques muy frondosos. Extremadamente frondosos. De hecho, tienen echa la forma de los camiones cuando pasan y en algún tramo parecen auténticos túneles.

El tema de la velocidad es cosa aparte. Aquí las señales que limitan la velocidad en ciertas carreteras son verdaderos desafíos. Hay carreteras que marcan máximas de 80 Km/h, pero esa velocidad es de locos. Tanta vegetación hace las curvas ciegas en su totalidad, además el asfalto es bastante rugoso, hay grava suelta y está húmedo en muchos tramos. Aunque realmente nunca he sentido ningún fallo en la adherencia, salvo cuando pisé una deposición de caballo ya yendo con Julia.

El depósito pide de beber y paro a llenarlo, cuando me estoy volviendo a montar veo a las dos tenderas asomadas a la ventana, apretujadas como si nunca hubieran visto una matrícula española. Cuando salgo veo una torre muy cuca, me salgo de la carretera, le hago unas fotos y siento de llamada de la naturaleza, hay que aprovechar, mientras conduzco hay veces que olvido que mi cuerpo tiene necesidades. A un kilómetro nada más arrancar, encuentro un buen sitio para comer y allí que me paro. Me atienden genial y como mejor. Cuando acabo, veo que el que parece el dueño está aleccionando a la muchacha que me ha servido y le pregunto que si es su primer día, me responde que sí y entablamos una conversación acerca de España, finalmente me entero que la cuñada del dueño, es de Torrevieja. Qué pequeño es el mundo.



Arranco y la carretera empieza a ponerse chula, curva tras curva, y después se pone fea, más curvas y más curvas y peor asfalto, hasta que llega el punto de que en España hay caminos que tienen mejor asfalto que la carretera que llevo. Veo el primer paisaje idílico, una cascada que baja por una pared

de piedra increíble. Poco más adelante me encuentro en un llano, se nota alto por la temperatura y porque estoy muy rodeado de montañas. Además, estoy seguro de que aquí han grabado muchas escenas del Señor de los Anillos. El sitio entendí al hombre del bar que se llamaba Glendalough Pass. Un sitio precioso y en el que no se ve para nada la mano del hombre en un buen rato.

Comienzo a bajar y rápidamente entro en una población que nada tiene que ver con lo anterior, es bastante moderna. Rápidamente entro en la M-50!!!! Si habéis leído bien, la carretera que bordea Dublín también es la M-50, tan lejos de casa y a la vez tan cerca. De ahí al aeropuerto son 20 minutos. Espero a Julia aproximadamente durante una hora y finalmente aparece con la caja donde facturó su casco y su chaqueta.

Como curiosidad, Julia, salió de casa tranquilamente dirección al aeropuerto, llegando allí se dio cuenta de que no había cogido la caja, con lo que le tocó volver a cruzarse Madrid, recoger el casco y de vuelta al aeropuerto.

Nos vamos a Dublín ya los dos juntos. Nada más aparcar la moto comienzo a flojear, me siento mal, pero tenemos que buscar. Preguntamos al encargado del garaje donde metimos la moto y nos dice que a dos calles tenemos muchos B&B. Allí que nos vamos a preguntar, todos tienen el cartel de lleno. Nos enteramos que ha habido dos partidos de futbol y que por un par de días estará todo completo, preguntamos en todos y cada uno de los alojamientos y cuando finalmente cuando estamos a punto de desistir decido entrar a uno, el último me digo y así fue. Nos ofrecen una habitación, aunque nos dicen que es muy pequeña, pero para nosotros un palacio.


Cada vez me encuentro peor, aunque decidimos salir a dar un paseo y vemos la zona de Templebar y rápido nos volvemos. Me encuentro tan mal que ni siquiera ceno, me meto a la cama después de una ducha. Me quedo dormido en pocos minutos, aunque la noche será larga. 

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