Ayer no
escribí, ya que se nos hizo tarde y llevábamos un día bastante duro de
cervecitas por Dublín.
el indicador que nos manda a la fábrica nos desviamos y entramos en un par de calles que mantienen su aspecto desde la revolución industrial. Nos fotografiamos en la famosa puerta de las postales y directos a la visita.
Me paso la
mañana como un chiquillo, me encanta esta cerveza, no lo quiero ocultar.
Subimos, bajamos y entro en todas las actividades posibles, catas, aromas,
charlas, etc. En la última actividad nos enseñan a tirar de manera correcta una
Guinness. Como somos unos auténticos campeones, nos dan un diploma y no dejan
que apuremos la cerveza servida. Así lo hacemos.
Finalmente la
visita acaba y tenemos que irnos con todo el pesar de mi corazón. Salimos de
nuevo hacia el centro y comemos algo rápidamente para regresar al hotel y
descansar un rato más. Hay que apurar todo lo posible para reponer fuerzas en
este día y medio. A eso de las 16,30 volvemos a salir con la misión de
encontrar alguna caja de cartón para enviar el casco de Julia como equipaje
facturado. Después de una vuelta larga, encontramos unas cajas en la calle. Son
parte de la basura de una tienda, paso, le pido una y me permiten coger tantas
como quiera. Ya de vuelta, cruzamos medio Dublín con una caja de cartón debajo
del brazo para llegar al hotel y comprobar que es perfecta.
Volvemos a salir, esta vez para hacer algo que nos encanta, vagabundear por una ciudad europea. Así lo hacemos y cogemos dirección hacia el puerto, parte de la ciudad que aún no descubrimos. A mitad de camino estamos muy cansados y nos retiramos al mismo bar que la noche anterior.
Cuando
llegamos nos tomamos una pinta y una pizza, después repetimos de pinta pero no
de pizza y finalmente cerramos el día volviendo al hotel. Ducha y a dormir,
mañana iniciamos la retirada.
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