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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Primer día de verdadera ruta.

Bueno, el primer día no ha estado mal.

Me levanté temprano con el fin de llegar pronto a Oloron St. Marie. Eran las 7 AM cuando sonaba el despertador. Desayuno rápido, me lavo la cara y los dientes y salgo, ya que la anoche dejé la moto cargada y no perdí nada de tiempo esta mañana.

Como llevo casi un mes sin ver a mi perro, me tomo un par de minutos para rascotearle y despedirme, lo cual agradece mucho. A las 7,42 salgo, me despido de mi madre y de mi sobrina y comienzo a recorrer camino. Atravieso Marugán y salgo dirección Segovia, bordeo esta ciudad y rápido me pongo en dirección Soria. Cuando voy a tomar el desvío, me despisto y sigo en lugar de salirme de la S-20. Llevo un tiempo sin navegar, y creo que estoy un poco oxidado, pero seguro que al final de día está todo más que dominado de nuevo.

Por increíble que parezca, voy aterido de frío. Hace un día expléndido, sin una nube, pero el sol no calienta. Las mañanas segovianas son más frescas que las que estoy acostumbrado. Además, el sol del amanecer parece que me persigue y de continuo me va dando en la cara.

Hago 150 Km casi sin enterarme y me planto en los alrededores de Riaza. Algo más cómodo, pero todavía con frío. El paisaje es bonito y según me voy acercando a Soria, va cambiando de pinares a campos de labranza.

El depósito ya pide de beber y paro a repostar en San Esteban de Gormaz. Aunque llevo cerca de 200 Km, sólo paro ya que quiero tomar café en Soria, y queda poquito para llegar. Nada más entrar en Soria, voy directo hacia el centro y aparco exactamente en el mismo sitio que hace un año. Me meto a la plaza donde están todos los bares, elijo uno y me tomo un café con una napolitana.

Rápido salgo de Soria por donde entré en mi anterior viaje y cojo dirección Pamplona. Navarra me recibe con largas rectas y un aire que me agota y me destroza el cuello. Al llegar a Pamplona, antes de entrar en la ciudad, me desvío y tomo dirección Sangüesa, la carretera cambia y ahora es una provincial con curvitas, aunque me dura poco ya que me devuelve sin quererlo a una autovía, 17 Km por la misma y la aventura empieza. Me meto en los Pirineos.

Según salgo de la autovía, la carretera se vuelve sinuosa y rápido comienza a subir. Desempolvo la cámara de vídeo y empiezo a grabar como un loco. Las curvas se suceden y son de todo tipo, rápidas, lentas, abiertas, cerradas... increíble. El paisaje está lleno de cárcavas, que según voy subiendo se alternan con los pinos hasta que finalmente estos ganan la batalla y hacen desaparecer las cárcavas. La carretera sigue subiendo y en una curva, me tengo que parar, empiezo a ver ese perfil escarpado que me dice que estoy llegando al interior de los Pirineos. El paisaje me hace alucinar y decido grabar toda la bajada con la cámara en el casco.

Pasados unos kilómetros ya no recuerdo lo que es una recta. Ahora estoy circulando por un valle, que, de pronto se abre y me deja ver magníficos prados y picos escarpados al fondo. Según recorro el final de este valle, veo un grupo de ala delta que está volando justo encima mía, giro una curva y cambio el ala delta por un grupo de buitres que vuelan casi a ras de suelo. Lo único que consigue distraerme de los buitres es un cartel que dice "Próximos 16 Km carretera de montaña. Peligro curvas muy cerradas". Me paro y pienso que es el momento de utilizar el soporte que he instalado debajo del faro. El cartel estaba muy bien situado, durante unos 6 o 7 Km llevo una carretera donde se suceden curvas de 1ª y 2ª velocidad, esta carretera me lleva a una estación de esquí. A partir de aquí, cruzo tres estaciones de esquí más.

Sin darme cuenta entro en Francia. En esta carretera no hay el típico cartel de la bandera de Europa con el nombre del país en el centro, con lo que no tengo la foto que tiene todo el mundo. Realmente me entero del cambio de país cuando empiezo a ver los carteles en francés.

En una especie de mirador, me paro, hago fotos a la moto con el paisaje y descubro con horror dos problemas. El móvil no coge cobertura con los operadores franceses y se me ha caído una tuerca que fija el caballete al chasis. Me aseguro bien de que no se caiga el tornillo y reemprendo la marcha, me tocará buscar una quincaillerie (una ferretería como se dice por allí, que manda narices).

Nada más iniciar la bajada me da el alto un motorista que andaba parado en una cuneta. Nos saludamos ambos con un perfecto "Bonjour" y cuando termino de parar me fijo en su matrícula, es de San Sebastián. Le sugiero que podemos seguir en español, que seguro que nos entendemos mejor. Me cuenta que quiere llegar a la Riders de BMW, que se celebra estos días, pero que cree que anda un poco perdido. Miramos su mapa, comparamos con mi GPS y finalmente le digo que me siga que yo le indico que camino tiene que coger para llegar donde quiere. Le pregunto donde va y me cuenta lo de la Riders, cuando me devuelve la pregunta alucina en todos los colores con que vaya de camino a Irlanda. Iniciamos juntos la bajada y cuando llegamos al punto acordado le hago una seña. El me responde con mil señas, luces, manos despidiéndose, etc, un tipo agradecido. La solidaridad motera es algo bastante conocido.

Continúo con la bajada ya en territorio francés y me deleito con unas carreteras que siguen sin una sola recta y que además se rodean de bosques increíblemente frondosos. Cuando acaban los bosques la carretera decide rodearse de pequeños terrenos en los que huele a hierva recién cortada. Los bichos que me dan en la cara me indican que debo bajar la visera, pero decido correr el riesgo y disfrutar de los olores de la naturaleza.

Me percato que no va a ser difícil llegar a Oloron, ya que en todos los cruces está indicado. Estoy en lo cierto, y cuando llego a Oloron lo primero que hago es buscar la famosa ferretería. Antes me encuentro una tienda de motos donde pido la tuerca y me dicen que máximo la tienen de M-8 y yo la necesito de M-10, pero no hay problema ya que me da indicaciones precisas de donde está la quincaillerie. Una vez en ella, me atiende un hombre muy majo que me da las tuercas y me vende una llave para apretarlas, ya que aunque llevo llaves para pequeñas averías, no contaba con una de 17 mm.  Pongo la tuerca y descubro que el tornillo está doblado, pero bueno, aguantará firme, no hay duda.

Pasado el primer escoyo, hay que buscar hotel. Toda una aventura. Me acerco a la oficina de información y me facilitan un folleto con una buena lista, no habrá problema (o eso creía en ese momento). Pruebo primero en un camping, pero las cabañas las tienen agotadas y como no llevo tienda, tengo que buscar hotel. En el primer hotel que voy me dicen que no hay hueco, pero la recepcionista se toma la molestia y comienza a buscar donde alojarme, al final encuentra sitio. Cuando me estoy despidiendo un cliente, que parece habitual, me pregunta que por qué llevo una cámara de vídeo en el casco. Le cuento el tema de este blog y alucina.

Compro mis famosas postales y sellos. Me tomo una coca-cola casi de un trago, el calor me está matando y cojo dirección al hotel que me encontró Petra. Al llegar al hotel me recibe un hombre de mediana edad, que habla mal el inglés, y mezcla el francés con el español, pero finalmente nos entendemos y me da una habitación decente a un precio alto.

¡Ducha! Necesito una ducha. Me doy, la que creo la ducha más placentera de mi vida. Con migo se ducha toda mi ropa, que finalmente acaba tendida en el baño. Viajar en moto te hace reducir equipaje y tener que hacer estas cosas. Rápidamente me apaño para salir a buscar algo para cenar, quiero cenar algo de picoteo en la habitación, pero cuando llego de nuevo al centro todo está cerrado, la vida que tenían las calles hace una hora ha desaparecido y ahora Oloron St. Marie es un pueblo casi desierto. Decido que a la vuelta cenaré en un Mc Donals que vi cuando venía. Ahora toca visitar Oloron.

Oloron es una ciudad muy bonita que se divide en tres barrios separados por dos ríos, que antes de salir del pueblo se convierten en uno. Dentro del agua de los ríos hay gente pescando con el agua hasta la cintura y eso suma mucho encanto a todo. Las casas parecen de la época de los mosqueteros, con su tejado a dos aguas y las ventanas de madera. Cuando se hace de noche, las casas que dan al río las iluminan de colores y se forma todo un espectáculo. Vagabundeando por las calles se me hace de noche, decido ir a cenar y que mañana será otro día.

Al regresar, me encuentro una gasolinera abierta y con tienda, asalto un bocadillo, unas galletas para desayunar mañana y unas bebidas. Me dirijo al hotel y empiezo con la rutina de descargar vídeos y fotografías, cargar la ruta de mañana y escribir esto que habéis leído.

Mañana más y mejor! Voy a por el bocata y a por la verde. Saludos desde Francia.

P.E.: Me gustaría subir vídeos, pero me temo que este ordenador no puede con ellos.




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