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martes, 14 de enero de 2014

Pingüinos 2014 (Parte 1).

Por tercer año consecutivo decidí volver a la concentración invernal de Pingüinos. Como muchos sabréis el primer año me acerqué con mi primera motocicleta un maxiscooter de 125 y los otros dos años lo he hecho en mi actual montuna la Ténéré, con la cual puedo permitirme el lujo de llevar todo lo que necesito y no olvido en casa.

Lo primero y una de las cosas que más me gusta es organizar el itinerario. Después de dos años me es fácil, y como otros años decido evitar las autovías en la medida de lo posible. La ruta me lleva por Valdemorillo, Galapagar, El Escorial, Guadarrama y nada más cruzar el puerto de Guadarrama llegamos a San Rafael y así un buen puñado de pueblos. Hacemos una parada en el mismo sitio donde paré el año pasado, un pequeño bar de Olmedo que no me deja tan buena impresión como recordaba y de ahí seguimos camino hasta Puente Duero, localidad donde, por último año según se cuenta, se celebra Pingüinos.


La preparación es lo mismo de siempre, tienda, algo de herramienta, saco, material de aseo, ropa de repuesto y desde el año pasado se ha hecho imprescindible un elemento clave, la bota de vino para los momentos en los que aparcamos la moto y disfrutamos de la acampada.

Como preparo la maleta el día de antes, me permito levantarme con el tiempo justo para echar gasolina y salir al punto de encuentro ya que este año no voy solo. Echar gasolina se convierte en toda una odisea y, a pesar de estar la gasolinera vacía, no se como pierdo veinticinco minutos lo que me hace llegar tarde con los compañeros de ruta (vaya ejemplo). Cuando llego al punto acordado me esperan allí Alberto buen amigo y cliente, Andrés amigo del foro de Moterus y su chica Arantxa, ha entrado de lleno y parece encantarle el mundo de las dos ruedas. 

Rápidamente nos ponemos en ruta y dejamos pasar los kilómetros hasta llegar Olmedo, donde me tienen que recordar que hay que parar de vez en cuando, ya que desde el viaje a Irlanda estos tramos de 200 Km apenas se me hacen pesados y si llego a ir solo quizá hubiera llegado a Pingüinos del tirón. En Olmedo nos tomamos un caldo y un decepcionante bocadillo de tortilla con jamón y chorizo. Mientras desayuno llamo a Bingen, uno de los compañero de aquel maravilloso grupo que se creó el año anterior cuando no nos conocíamos de nada. Le digo que estamos a punto de llegar y acordamos que saldrá a buscarme para localizar la zona donde están acampados. 

Por fín llegamos al recinto y sacamos las inscripciones para después hacernos la foto de rigor en el arco de la entrada principial


Nada más entrar al recinto llamo nuevamente a Bingen el cual sale a buscarnos. Cuando le veo aparecer descubro el verdadero sentimiento de la envidia, y es que aparece en una Montesa Impala que se compró y el mismo ha restaurado. Quienes me conocen saben que yo tengo un deseo bastante grande por poseer una de esas máquinas y de ahí mi envidia, sana eso si. Cuando llegamos al "campamento" saludo a Amaia (la mujer de Bingen) y a todo el grupo con el que han venido este año. Me hace bastante ilusión encontrarme a esta pareja y es que Pingüinos tiene estas cosas. Después de 10 minutos babeando delante de la Impala, montamos la tienda en la que vamos a dormir Alberto y yo procurando dejar todo preparado para que por la noche sólo tengamos que meternos al saco. Al rato aparece Benjamín y su sobrino en la Honda Panaeuropea cargados hasta los topes, otra pareja que nos acompañó el año pasado. Comemos y después de una corta charla salimos hacia la excursión de Mojados. 

Como cada vez que hay alguna salida desde la acampada, tardamos un buen rato en salir del recinto, atravesamos el pueblo de Puente Duero y tomamos una ruta bastante fluida hasta Mojados. Allí decidimos tomar algo en un bar y evitar la inmensa cola que hay para coger la merienda. Cuando llevamos un rato, aparece Alberto, amigo y antiguo compañero de rutas 4x4 que ha llegado. Después de tomar algo nos acercamos y hacemos algo de compra. Con las maletas llenas de víveres volvemos a la acampada. Entre conversaciones, se nos pasa la hora y no celebramos la nochevieja pingüinera. 

Después de una larga charla en torno a la hoguera nos metemos al saco. Cuando empiezo a buscar entre mis cosas de aseo, horror! no eché los tapones y es que estos son indispensables cuando se duerme en tienda de campaña entre gente que tiene ganas de mucha juerga y motos que hacen cortes de inyección. Paso una noche para olvidar aunque consigo descansar los mínimo para el día siguiente. 




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